(Kike Turrón & Kike Babas, El Asombrario & Co., 08/09/2025) – Hace casi dos décadas nacía, como puntual divertimento, el G-5. En torno al núcleo duro del genio y la figura de Kiko Veneno, se juntaron, fruto de la amistad que produce el roce de la carretera, las entonces estrellas emergentes Los Delinqüentes (Canijo y Ratón) y Muchachito Bombo Infierno, y el siempre procaz y precoz Tomasito. Ahora se han vuelto a reunir, con el mismo espíritu burlón de entonces y nuevo disco bajo el brazo, ‘El que quiera dormir que se compre una colchoneta’.
De aquella debutaron con Tucaratupapi, un disco juerguista, espontáneo y rumboso, cuyo saldo tampoco arrojaba la suma de sus geniales factores, pero arrancaba sin problema más de una sonrisa, trasmitiendo desparpajo, desenfado y alegría. Su nuevo trabajo, surgido de su encuentro en La Casa de Jermán, en Chiclana de la Frontera, está construido sobre esos mismos mimbres, escogiendo para la ocasión, en fotos y escenarios, unos añejos trajes de presidiarios con los que se postulan como presos del desparpajo y la chacota, reclusos de la buena onda y la sana amistad, cautivos de las degustaciones aromáticas y las alteraciones sensoriales y galeotes del flamenco-rock, la rumba de calle y la música popular andaluza.
“Bueno, lo cierto es que, de la otra vez, nos había sobrado algo de dinerito y eso nos ha llevado a juntarnos de nuevo”, confiesa Tomasito, a lo que Muchachito añade: “Han pasado 19 años, pero yo creo que este es nuestro grupo, ¿no? Un grupo que forma parte de todos, en cierta forma, donde trabaja cada uno un papel y un rol y adquiere un carácter familiar. La diferencia entre los grupos y las bandas es que tú puedes formar una banda, pero un grupo tú no puedes formarlo, un grupo se forma, ¿sabes? Es un lazo más familiar”. El Canijo por su parte lo tiene claro: “¿Que por qué nos hemos juntado? Pues, pasarlo bien, compadre, sí, pa’ pasarlo bien. Nos gusta mucho la guasa y nos gusta alimentarla, el buen jamón, el buen queso, beber buen vino de Jerez, coger las guitarritas y componer canciones, hablar de música y fumar nuestros porritos de hierbita… La verdad, nosotros somos de los que disfrutamos de la vida”.
Desde esa manera, epicúrea y disfrutona de tomarse la vida, emana su método compositivo. Tomasito apunta a la naturalidad y la conexión entre ellos como base: “Es que nos juntamos y, es verdad, yo qué sé, hay algo ahí, compadre, que nos lo pasamos muy bien y, en realidad, esa es la cosa. Uno dice una palabra y yo empiezo a darle al compás, y empieza a funcionar, y otro dice otra palabra y, bueno, si se va liando algo de seguido, al final se forma algo”, a lo que El Ratón puntualiza: “Solemos componer juntos, la verdad. Cuando nos juntamos, hacemos la canción de cero, aunque a veces hay una melodía que trae alguien, y empezamos a ver la letra… Pero no hay un método”.
Muchachito tercia: “En otros momentos hay alguna idea que, a veces, parece que viene más de uno que de otro, pero después, como nos retroalimentamos, la idea que parecía que era de uno ya no es de ese, es del otro… Una cosa muy rara. Después hay canciones más corales, que las hacemos entre todos, según van saliendo”. A esta democrática manera de hacer entre los cinco Kiko aclara que también se puede sumar algún amigo común: “Nosotros hacemos las canciones, pero después tenemos agentes externos, una especie de piratas externos, que llegan a nosotros y nos dicen: Traigo una canción, quillo… Y así metimos El porro, de Pepe Begines”.
El Canijo añade: “Pepe vino a darnos su cariño y su amistad, es auténtico, vino con lo de Soy un porro y eso que ya no fuma, hizo la canción pensando en nosotros”. A lo que Kiko, que conoce bien al cantante de No Me Pises Que Llevo Chanclas (colaboran con asiduidad y tienen un disco a medias), dice: “Es que yo creo que la canción la hizo hace más de 20 años”.
El resultado del disco es fiel espejo de su relación, y en él se hace acopio de situaciones desenfadadas y cotidianas, de humor con tintes surrealistas, de guiños a psicotrópicos y de autohomenajes a sus chistes y compadreos internos, y también a su gente cercana, como muestran en Querido Javier, dedicado al jefe de la discográfica, y Amilele, que va para Lele Leiva, productor del álbum. Canijo: “La primera canción del disco se la hicimos a Javier Liñán, director del Volcán Música, que ha sacado el disco y va de nuestra mano, él es el séptimo G-5. Javier también estuvo presente hace 19 años, formó parte de Tucaratupapi. Buena parte del actual equipo formó parte de aquel primer disco. Y este nuevo se ha forjado en la olla exprés que tiene nuestro compadre Lele, que se ha encargado de la grabación y la mezcla, también nos hace de técnico y road manager y, además, ha hecho las fotos de la portada… Es el George Martin del G-5”.
Dice Tomasito: “Lo más importante del Lele son los guisos que hace, porque cocina que te cagas con la olla exprés, hemos comido fideos con langostinos, guiso de papa con choco…”. Razones culinarias que aclara El Ratón: “Todo eso está reflejado en las canciones, por ejemplo, en Sancti Petri Boulevard, que habla de pan moreno, aceite radiactivo, atún encebollado…”.
Consultados sobre si se ponen algún tipo de restricción o límite a la hora de encarar las canciones, sus respuestas no dejan lugar a dudas. Diego Ratón afirma: “La autocensura no es una característica de este grupo, no”, a lo que el Muchachito añade: “La verdad es que nos reímos mucho, y las borderías más grandes son entre y para nosotros, aunque después para componer no nos cortamos, la verdad”. El Canijo aclara: “Nuestras letras son de humor y de amor. Eso tratamos nosotros, el humor y el amor”. Y Kiko sentencia: “Cuando nosotros nos juntamos, componer no duele”.
En la actualidad, el grupo está ofreciendo una gira cuyas citas tiene que combinar con las ajetreadas agendas de cada uno en sus respectivos proyectos: El Canijo con Los Estanques, El Ratón con Albertucho, y ambos juntos preparando el regreso de Los Delinqüentes, amén de las giras de Kiko, Muchachito y Tomasito. Pero ansían cada encuentro, que sigue forjando una relación de cuyo nacimiento casi no se acuerdan. Ratón: “La primera vez… Mmmm… Yo creo que fue de forma natural, porque nos veíamos mucho en esa época. En los conciertos coincidíamos mucho Los Delinqüentes con Kiko Veneno, con Muchachito, con Tomasito, entonces fue surgiendo una amistad natural”. A lo que Kiko, con sorna y guasa, añade: “Hay que decir la verdad, coño, que estamos entre amigos. La primera vez fue cuando estuvimos los cinco juntos en el furgón de la Guardia Civil… Ahí empezó nuestra vida y eso nos ha marcado un poco”.
Pese al carácter igualitario que el grupo pretende y destila en todo momento, la presencia de Kiko Veneno sigue marcando mucho y Muchachito lo certifica: “Claro, Kiko es la mayor influencia, pero, además, a día de hoy, es familia… Y, aun así, sigue siendo Kiko. Yo me acuerdo cuando íbamos a ver a Peret y he visto a Raimundo y a Kiko el respeto máximo que le tenían a Peret. Para mí era admirable, porque es una cosa que en la música se respeta mucho, al mayor, o sea, no pasas por encima del mayor, hoy en día el respeto al mayor se ha perdido muchísimo, pero en la música se mantiene. A veces, Peret era tan familiar que se nos olvidaba, pero de repente te decías: ‘Eh, ¡que es Peret!’, al igual que te decías: ‘¡Que es Kiko! ¡Que es Raimundo!’, son historia viva de nuestra música (bueno, Peret ya nos falta), y gracias a ellos emprendimos vuelo un montón de chavales (que ya no lo somos). Así que, a día de hoy, estar tocando juntos, imagínate lo que significa para todos nosotros. Kiko sigue siendo una influencia y nos sigue enseñando un montón, o sea, es la persona que más flipa, porque él no está en una zona de confort, es sin duda el más joven de mente de todos nosotros. El disco que está haciendo es la puta hostia, pero la puta hostia. Cuando los demás estamos jugando a tirar como para atrás, él juega a tirar para adelante, o sea, es desde siempre la rebeldía máxima, entonces es tremenda la admiración, porque en la música la rebeldía es un plus, un músico que va a lo que dictan las cosas al final no acaba siendo músico, acaba siendo otro más que está ahí para venderte la moto. Pero Kiko no tiene miramiento en quedar bien, y eso es admirable”.